Luego de haber realizado una primera visita al Dai Dojo Mahikari de Lince, decidimos hacer una entrevista a un miembro de la comunidad con el fin de conocer más acerca de la filosofía de vida.
Nuestra entrevistada fue la señora Rosario Chumpitaz, de 59 años, quien es terapeuta-sanadora y cuenta con el grado de Kumite Intermedio.
Nuestra entrevistada fue la señora Rosario Chumpitaz, de 59 años, quien es terapeuta-sanadora y cuenta con el grado de Kumite Intermedio.
¿Cómo fue que llegó a Mahikari?
Yo vivía en Ignacio Merino, frente a un templo Mahikari, y cuando pasaba por ahí, pensaba que era una especie de club japonés, o un chifa...Hasta que una amiga que era kumite me empezó a contar cómo era, porque yo estaba pasando por problemas muy fuertes. Primero, me dio la purificación en su casa y luego me llevó al templo. Ahí fue que empecé a ir, pero solo de forma esporádica.
Y luego, en noviembre de 1980, mi esposo, dos sobrinos y yo hicimos 5 seminarios y entramos a Mahikari. Esto fue porque una cuñada tenía problemas psicológicos, pero ahora ya está bien. Ahora, soy kumite de grado internmedio.
¿Con qué frecuencia viene a Mahikari?
Yo creo que nada somos sin la energía divina...Yo disfruto ver a mis hijos y a mis nietos todos los días, porque el Dios supremo me concede el milagro de vivir. Y así como él me da, yo le devuelvo: vengo todos los días. Eso sí, no descuido mis tareas, porque en Mahikari siempre nos dicen que primero hay que hacer lo del hogar, estar con el esposo, etc. Solo cuando he terminado, que es en la tarde o en la noche, vengo al templo.
¿Qué actividades realiza en Mahikari?
Yo soy osewagakari (jefe de grupo). Tengo a cuatro personas a mi cargo y voy creando servicios. Ustedes seguro han visto a unos jóvenes de blanco. Ellos se adiestran aquí para ser mejores seres humanos y uno de los servicios que he hecho voluntariamente es cocinar para ellos. Hay diferentes servicios: barrer el templo, poner la mesa, hacer las decoraciones con flores...Pero eso sí, hay que hacerlo de corazón.
Nosotros venimos con una montaña de pecados llamados karma. Entonces, si uno solo se dedica a recibir, se llena de karma. Si solo recibiera, sería una persona mezquina, limosnera...Por eso es tan importante dar. Gracias a esos servicios, por ejemplo, mi esposo falleció de cáncer, pero sin sentir dolor. También a mis hijos les va muy bien: uno se ha casado y se ha ido a vivir a las Islas Canarias, y otro está por irse con su hijita a vivir a Estados Unidos con una chica muy buena que fue su enamorada en el colegio. Esas cosas por las que la gente lucha tanto, a ellos les llega solito...
Antes nos comentó que usted es kumite de grado intermedio, ¿nos podría comentar que es un kumite?
Kumite es el que se desenvuelve y se alinea dentro de la congregación. Viene a ser como un soldado de Dios. Hay niveles dentro de los kumites. Yo, por ejemplo, soy kumite intermedio, porque me he preparado en varios seminarios para eso, por eso tengo esta medalla.
¿En qué consiste, en esencia, la filosofía de Mahikari?
La filosofía de Mahikari consiste en el arte de la salvación del espíritu. Les explico: aquí llegan personas con una serie de enfermedades, porque tienen el espíritu sucio. Y a través de la imposición de manos, viene una luz de arriba y llega a su espíritu, lo va limpiando, hasta que llega el momento del gran entendimiento: cuando el espíritu está limpio, se limpia también la materia. Así que no existen la mala suerte ni las enfermedades: esas son cosas que uno crea con sus pecados, que pueden ser pensamientos, palabras o acciones.
¿Cuáles cree usted son las enseñanzas más importantes de Mahikari?
La más importante es aprender a vivir: no a sobrevivir, sino a vivir de verdad. Otra sería no alimentar el ego, porque lo único que necesitamos en esta vida es ser buenos hijos de Dios. Y una última enseñanza es la de entender al otro desde su naturaleza. Por ejemplo, por aquí hay muchas prostitutas, pero en lugar de criticarlas, hay que verlas con compasión amorosa, sin juzgarlas. Al final, seguro son prostitutas porque no han tenido una figura paterna y en los hombres buscan encontrar el amor del padre...Yo tuve la oportunidad de conversar con una de ellas y si bien no la traje al templo, me fui con la satisfacción de haberle dejado, al menos, una semilla de entendimiento.
¿Cómo se siente usted cuando realiza los servicios de los que habló?
Me siento muy emocionada de vivir, porque dando (como estoy dando ahorita al responder sus preguntas), estoy acumulando en mi cofre espiritual. Veo que a las personas les falta amor...Si yo las traigo a que reciban la purificación y salen mejor, más calmados, eso es mejor que sacarse La Tinka. Claro que muchas veces eso no se puede, pero el simple hecho de escuchar y comprender a una persona sin juzgarla, ya es una forma de dar, porque para ella puede significar mucho.
En esta entrevista, pudimos comprender que la filosofía Mahikari busca ante todo la salvación del espíritu a través de la purificación (imposición de manos) y de llevar una vida de entrega y servicio hacia los demás, es decir, dar y no solo recibir.